El lunes 21 de setiembre pasado, el depuesto presidente Manuel "Mel" Zelaya volvió clandestinamente a Honduras y se encuentra refugiado en la embajada brasileña en Tegucigalpa.
La vuelta de Zelaya fue vista como un triunfo por el pueblo hondureño, como un avance hacia el logro de uno de los principales reclamos de su lucha: su retorno a la presidencia. Al mismo tiempo, representa una derrota para el gobierno de Micheletti que, a diferencia de ocasiones anteriores, esta vez no pudo impedirla.
Por eso, la noticia fue recibida con alegría por el pueblo hondureño y esa alegría puede ser un factor que ayude a que la lucha contra el golpe dé un salto. Hasta ahora, la resistencia alcanzó fuertes picos de masividad (como la movilización al aeropuerto, en la primera tentativa de retorno de Zelaya, y en la huelga general del 22 de julio) y mostró un alto grado de heroísmo. Fue esa lucha la que impidió la consolidación definitiva del gobierno golpista.
Pero no fue suficiente para derrotarlo y derribarlo. En este sentido, con toda la espectacularidad que tuvo y su reflejo en la prensa internacional, la vuelta de Zelaya no cambió el hecho de que, a casi tres meses del golpe, aún sin consolidarse, el gobierno de Micheletti sigue en el poder y reprimió duramente a los miles manifestantes que rodeaban la embajada. Según informaciones de la resistencia, la represión produjo numerosos detenidos, numerosos heridos y, por lo menos, un muerto, además de allanamientos en los domicilios de dirigentes y activistas de la resistencia.
¿A qué vuelve Zelaya?
En diversos materiales, la LIT-CI ha señalado que, desde el inicio, Zelaya, los gobiernos latinoamericanos "amigos", como Lula, y el de Barack Obama buscaron una salida negociada con los golpistas, que no quebrase la estructura de poder económico y político de Honduras ni las instituciones que habían apoyado el golpe (Congreso, Corte Suprema, FF.AA., Iglesia, etc.). Esa política se expresó en el llamado Plan Arias que, por diversas razones, no fue aceptado por los golpistas.
Ahora, en un reportaje realizado poco después de la vuelta de Zelaya, un miembro de su entorno más cercano declaró que el presidente depuesto rechaza, en estos momentos, el Acuerdo de San José (Plan Arias): "Es imposible de firmarlo tal y como está ahora. Está desfasado, las condiciones han cambiado." (declaraciones de la vicecanciller de Zelaya, Beatriz Valle, publicadas en http://www.publico.es/internacional/).
Podría pensarse, entonces, que la vuelta de Zelaya significó el abandono de su política de llamado a la negociación con los golpistas y, ahora sí, una disposición a encabezar una lucha a fondo para derrocar al gobierno de Micheletti. No es así.
La vuelta de Zelaya no ha sido un paso para profundizar la lucha popular contra los golpistas sino una acción del gobierno de Obama, del de Lula y del propio Zelaya para meterles presión y obligarlos a negociar. Por eso, con ese nombre u otro, el Plan Arias y su contenido (negociar una "salida pacífica" con los golpistas) está plenamente vigente para evitar que la lucha de las masas quiebre el régimen hondureño. Y en esta política, Obama, Lula y Zelaya actúan coordinadamente.
Prestando este nuevo servicio, Lula ha vuelto a mostrar por qué Obama lo considera "su hombre" en Latinoamérica. Ya lo hizo en Haití, donde el ejército brasileño comanda las tropas de ocupación de la ONU (la Minustah). Ahora, en condiciones y tareas diferentes, lo hace en Honduras. Es decir, Es una pieza clave para implementar la actual política del imperialismo en el continente.
Al servicio de la negociación con los golpistas
Por otra parte, en las propias declaraciones de los protagonistas quedan totalmente claros los objetivos de la vuelta de Zelaya. Comenzando, en primer lugar, por las de Hillary Clinton, secretaria de Estado del gobierno Obama. Continuando con las de Celso Amorim, canciller de Brasil y figura clave en el retorno de Zelaya, (actuando, según la prensa, en "sintonía fina" con el gobierno estadounidense) que declaró, en Nueva York: "Creo que esto facilitará un diálogo, si hubiera disposición efectiva para ello, y para que se encuentre rápidamente una solución". Y agregó: "Brasil y EE.UU. buscan una solución moderada y pacífica a la crisis de Honduras", (http://oglobo.globo.com/mundo).
Pero, esencialmente, lo dice el propio Zelaya: "Vamos a iniciar un proceso de acercamiento, de comunicación y después planteamientos diferentes que van a ser importantes para resolver este problema de frente. creo que hay que superar todo el esfuerzo diplomático." Agregó que aceptaría reunirse con Micheletti: "Yo estoy dispuesto a buscar una salida a este problema y la salida, si pasa por eso, estoy dispuesto también a hacerlo". Para terminar, reiteró su llamado a la "lucha pacífica": "Yo llamo a la paz y a la no violencia. Es la mejor forma de resolver los problemas" (reportaje a Manuel Zelaya, publicado en el site de BBC Latinoamérica).
Sólo la movilización de los trabajadores y el pueblo derrotará a los golpistas
Desde la LIT-CI creemos que es imprescindible que las organizaciones de la resistencia, en especial el Frente Contra el Golpe, superen las limitaciones que la política del zelayismo ha impuesto a la lucha contra el golpe. El primer paso es rechazar y denunciar claramente cualquier tipo de negociación con los golpistas que busque salvarlos y preservar las reaccionarias instituciones del régimen (como el Congreso y la Corte Suprema) que impulsaron y respaldaron el golpe. La derrota de los golpistas y la vuelta de Zelaya al poder sin condiciones, que es lo que busca el pueblo hondureño, no vendrán de la mano de organismos del imperialismo (como la ONU o la OEA), de la acción de gobiernos "amigos" o de la negociación, sino de su propia lucha.
En segundo lugar, es necesario mantener las banderas de lucha que Zelaya abandonó para negociar, como la propuesta de convocatoria a una Asamblea Constituyente soberana en la que el pueblo hondureño pueda discutir el reemplazo de la antidemocrática Constitución de 1982 y la destrucción de sus reaccionarias instituciones. O las que nunca levantó, como la expropiación de la oligarquía trerrateniente, el no pago de la deuda externa, el cierre de la base militar estadounidense de Soto Cano y otras medidas necesarias para liberarse del imperialismo y comenzar a solucionar sus graves problemas socioeconómicos. Además de imponer el castigo a los golpistas que pretenden salir inmunes de sus acciones represivas.
También, es necesario aprovechar la alegría popular que ha generado el retorno de Zelaya para profundizar y radicalizar la lucha contra los golpistas. En este sentido, es muy importante tomar los métodos de lucha de los trabajadores, preparando desde la base una huelga general que permita repetir y ampliar la exitosa experiencia del 22 de julio, y así ahogar económicamente al gobierno golpista y a la patronal que lo respalda.
Por último, hay que sacar lecciones tanto de estos meses de lucha en las movilizaciones desarmadas enfrentaron al ejército y cuerpos especiales especializados. No se podrá derrotar a los golpístas con "métodos pacíficos": es como pretender pelear con una mano atada y derrotar a alguien que tiene en sus manos un cuchillo y un arma. Por el contrario, además del heroísmo que ya han demostrado las masas hondureñas, es necesario preparar la autodefensa contra la represión de las movilizaciones y las huelgas y una acción para dividir y debilitar el "frente militar" de los golpistas, llamando a los soldados y policía a desobedecer las órdenes represivas del gobierno de Micheletti.
Junto con estas conclusiones de estos meses de lucha, la LIT-CI llama a intensificar la movilización internacional contra el golpe. Es imprescindible la exigencia de ruptura de las relaciones con el gobierno de facto de los gobiernos de todos los países que aún no lo hicieron. Y, especialmente la exigencia de boicot económico, principalmente de Estados Unidos, principal comprador de productos hondureños, y de los países centroamericanos sobre todo con los que tiene fronteras, como Guatemala, El Salvador y Nicaragua.
Secretariado Internacional de LIT-CI
San Pablo, 23/09/2009
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